Sí, vuelvo a escribir, una persona me ha hecho volver a sentir. Poco a poco esto crece, de un error de una noche se está traduciendo en pedacitos de felicidad intermitente. Estoy asustada, esto se está intisificando, yo que sólo quería un aquí te pillo y aquí te mato... Se me está yendo de las manos, estoy sintiendo. Tengo miedo de volver a hacer daño, de que no corresponda de nuevo, de que no sepa querer. ¿Por qué me dejaron así? Era tan tierna, tan inocente que ahora no quedan ni las huellas. Me cuesta tanto querer. No sé hacerlo, no puedo decir algo bonito sin estropearlo con cualquier gilipollez. Mi mente está adaptada a que todo sea un simple polvo, a que sólo vean un trozo de carne en la que incar el diente. Pero ahora no es así, se ha pasado el tiempo de prueba y lo ha superado. ¿Qué se hace ahora? Estoy en punto muerto, lanzándome al vacío, hablar sin pensar, quizás sea la mejor forma. He vuelto a decir te quiero y no por obligación, ¿en qué me estoy convirtiendo?
No he vuelto a bailar con nadie más de dos piezas desde que le conozco, no he vuelto a mezclar nombres. He vuelto a recordar como cada día de mi vida. Me estoy atormentado demasiado, por favor que venga y me calle los pensamientos con un beso o con dos.
Debilidad
Se sentía tan débil que lo único que podría respirar era su aliento, era incapaz de alejarse de él, se había convertido en una obsesión. Perdió hasta la última de sus sonrisas, perdió la razón, dejó de ser ella y pasó a ser de él. Él era incapaz de ver sus sentimientos y jugó con ella como si nada le importase. Se acercó pero para dañarle haciéndole caer en la tentación. E mpezó con hacerle probar sus besos, ella incapaz de parar, se sentía viva, era como una especie de droga que por un momento le hacía trasladar su mente a un lugar irreal. Ardía en su interior, de los besos pasó a mordisquitos, llegando a rozar el cuello con sus labios, la marca de carmín hacía un recorrido por su varonil pecho. Cada vez ardían más en un mísero engaño, él como un animal le quitó la camiseta, empezó con sus manos a acariciar su torso desnudo. Ese acto le parecía escaso, necesitaba más, llevó su boca hasta su espalda, besando cada cm de su piel, lamía sin piedad, le encantaba escuchar los gemid
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