Hay momentos en el tú mismo te hundes y lo que menos necesitas es que te hundan más. Se podría decir que era mi peor enemigo, yo misma me juzgaba, me castiga y quizás eso era lo que me llevaba a cometer más y más errores. Estaba en un momento, me da igual, no lo intento, no lucho, si quiere pasar algo que suceda, no lo busco. Ya que no tenía una base segura, llega decepciones de aquellos quienes me importa. Me aferré a un sentimiento escapando del dolor de otros, sabía que podía ir mal, pero busque una esperanza, porque era eso o acabar vacía. Hasta que ese sentimiento acabó tirado por las esquinas, ahora sí, no hay nada, la desgana lleva mi vida, no todo el tiempo, pero instantes que parece eternos, no encuentro salida, no puedo pensar más, solo me ocurre dejar fluir todas esas ideas que ronda mi mente, navegar en tranquilidad y alejarme de todo lo que me haga mal, porque ya no sé que hacer.

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