Hay momentos en el tú mismo te hundes y lo que menos necesitas es que te hundan más. Se podría decir que era mi peor enemigo, yo misma me juzgaba, me castiga y quizás eso era lo que me llevaba a cometer más y más errores. Estaba en un momento, me da igual, no lo intento, no lucho, si quiere pasar algo que suceda, no lo busco. Ya que no tenía una base segura, llega decepciones de aquellos quienes me importa. Me aferré a un sentimiento escapando del dolor de otros, sabía que podía ir mal, pero busque una esperanza, porque era eso o acabar vacía. Hasta que ese sentimiento acabó tirado por las esquinas, ahora sí, no hay nada, la desgana lleva mi vida, no todo el tiempo, pero instantes que parece eternos, no encuentro salida, no puedo pensar más, solo me ocurre dejar fluir todas esas ideas que ronda mi mente, navegar en tranquilidad y alejarme de todo lo que me haga mal, porque ya no sé que hacer.
Debilidad
Se sentía tan débil que lo único que podría respirar era su aliento, era incapaz de alejarse de él, se había convertido en una obsesión. Perdió hasta la última de sus sonrisas, perdió la razón, dejó de ser ella y pasó a ser de él. Él era incapaz de ver sus sentimientos y jugó con ella como si nada le importase. Se acercó pero para dañarle haciéndole caer en la tentación. E mpezó con hacerle probar sus besos, ella incapaz de parar, se sentía viva, era como una especie de droga que por un momento le hacía trasladar su mente a un lugar irreal. Ardía en su interior, de los besos pasó a mordisquitos, llegando a rozar el cuello con sus labios, la marca de carmín hacía un recorrido por su varonil pecho. Cada vez ardían más en un mísero engaño, él como un animal le quitó la camiseta, empezó con sus manos a acariciar su torso desnudo. Ese acto le parecía escaso, necesitaba más, llevó su boca hasta su espalda, besando cada cm de su piel, lamía sin piedad, le encantaba escuchar los gemid
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