El pianista

Fundía los pensamientos a la vez que sus dedos rozaba las teclas del piano, la melodía se originaba en su cabeza y la trasmitía en las notas. Se escuchaba tan fácil, tan directo, que cada vez lo sentía más, dejaba que se fuese la música y  establecía su respiración. Intentaba conseguir que su dolor huyera en forma de arte, vaciarse en su ser y poder ser libre, lo necesitaba. Poco a poco su pequeño corazón se abría en pedazos, era consciente de lo que ocurría, no se rompía, simplemente se preparaba para nacer de nuevo.En la letra de una de sus canciones decía que morir era nacer, que nada acaba porque algo nuevo empieza, ¿Sería cierto que su dolor no acabaría? Puede que no, pero él era así, estaba hecho de trocitos de dolor capaces de unirse con su energía: la creadora de las melodías. Pensándolo bien no era tan malo estar dañado, te daba la esperanza de soñar con que algún día todo se repararía, lo mejor, sin darse cuenta que en el transcurso de este tiempo, se estaba haciendo fuerte. Aunque sus emociones rondaban el duro suelo, poco a poco la sinfonía le iba elevando. No es malo sentir dolor cuando lo sabes usar, cuando lo usas ya no sabes si existe. Y lo usó, descargó cada parte de su vida, de sus "accidentes" en sus obras y tocó todas las notas, resurgió el pianista.

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