Nunca he sido querida, lo sé, lo siento y por eso no me importa reconocerlo. No creo que hayan sentido algo más de una amistad o atracción sexual y tampoco sé el por qué. Solo me han llenado de ilusiones y falsas promesas, nunca garantices de cosas que no cumplirás y aunque lo vayas a realizar tampoco lo hagas. Si a ti te lo hacen, no le creas, ¿qué te hace que eso sea seguro? No pienses en el futuro porque puede que mañana ya no estés, vive ahora mismo y haz lo que te apetezca, ríe o llora. No quiero mirar atrás ni giran la cabeza para ver que me encuentro porque desconfío de todo, ahora mismo necesito que me quieran, lo pido a gritos pero nadie me escucha. Me gustaría sentirme querida de verdad, por actos y no por las palabras, porque éstas son traicionaras.
Parece que soy negativa, sólo soy realista, es de lógica, ¿quién me va a querer si ni yo me quiero?
No voy a dar pena, pues porque no, porque soy lo suficientemente fuerte para darme cuenta de lo ridículo que es. No necesito que me digan que soy guapa solo para subirme la autoestima, siempre he sido de ideas claras, la mentira no tiene patas. Si alguna vez me lo quieren decir porque lo piensen en realidad, que lo callen, que me ayuden a que yo me lo diga y después le permitiré que incluso lo chillen.
Debilidad
Se sentía tan débil que lo único que podría respirar era su aliento, era incapaz de alejarse de él, se había convertido en una obsesión. Perdió hasta la última de sus sonrisas, perdió la razón, dejó de ser ella y pasó a ser de él. Él era incapaz de ver sus sentimientos y jugó con ella como si nada le importase. Se acercó pero para dañarle haciéndole caer en la tentación. E mpezó con hacerle probar sus besos, ella incapaz de parar, se sentía viva, era como una especie de droga que por un momento le hacía trasladar su mente a un lugar irreal. Ardía en su interior, de los besos pasó a mordisquitos, llegando a rozar el cuello con sus labios, la marca de carmín hacía un recorrido por su varonil pecho. Cada vez ardían más en un mísero engaño, él como un animal le quitó la camiseta, empezó con sus manos a acariciar su torso desnudo. Ese acto le parecía escaso, necesitaba más, llevó su boca hasta su espalda, besando cada cm de su piel, lamía sin piedad, le encantaba escuchar los gemid
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