Ojalá sufriese por desamor como en tantas ocasiones, ojalá mi dolor fuese de que alguien me dejó de querer o que ni lo intentó, ojalá esto no esté pasando. Pero no, no puedo borrar esta imagen de mi cabeza, tú, ahí tumbado en esa cama, dentro de esa habitación apagada, rodeada de caos, de desesperación por los tuyos, de sonrisas fingidas para hacer creer que no pasa nada. Esto no funciona conmigo, aunque no me lo queráis decir sé lo que ocurre y si no fuese así, estos espacios no estarían tan llenos de gente y a la vez tan vacíos de esperanzas. Me aparto de todo, me aíslo y los juicios me saturan la mente. Tu tez colorada de la fiebre, tus ojos sin brillo, tu boca sin vida, ¿qué te está pasando? No puedo, os juro que no puedo. No se si habrá tortura más grande que esta, abuelo, por favor mírame y dime que estás bien. Mi pulsación se bloquea, necesito salir de allí, que acabe de una vez y decidme que esto solo es una odiosa pesadilla. Salgo a tomar el aire, a limpiar mis pulmones y tranquilizar mi alma,de repente unas luces me ciegan, el ruido abuchea mis oídos, parece que encontraré respuesta. Los médicos acuden rápidamente, pero no hacen nada, incompetentes, mediocre sanidad la de este país, ¿no sentís vergüenza? Os suplico que hagáis algo por él, me pongo de rodillas si queréis, pero que vuelva, que me cuente esos chistes que no tienen gracia, que me de dinero a escondidas, que esté al lado de esa gran mujer que ahora mismo se está muriendo por dentro. Quizás sea un mal susto y lo esté exagerando, pero no puedo evitarlo su sangre recorre por mis venas, mis arterias y acelera mi corazón, soy tan suya.
Debilidad
Se sentía tan débil que lo único que podría respirar era su aliento, era incapaz de alejarse de él, se había convertido en una obsesión. Perdió hasta la última de sus sonrisas, perdió la razón, dejó de ser ella y pasó a ser de él. Él era incapaz de ver sus sentimientos y jugó con ella como si nada le importase. Se acercó pero para dañarle haciéndole caer en la tentación. E mpezó con hacerle probar sus besos, ella incapaz de parar, se sentía viva, era como una especie de droga que por un momento le hacía trasladar su mente a un lugar irreal. Ardía en su interior, de los besos pasó a mordisquitos, llegando a rozar el cuello con sus labios, la marca de carmín hacía un recorrido por su varonil pecho. Cada vez ardían más en un mísero engaño, él como un animal le quitó la camiseta, empezó con sus manos a acariciar su torso desnudo. Ese acto le parecía escaso, necesitaba más, llevó su boca hasta su espalda, besando cada cm de su piel, lamía sin piedad, le encantaba escuchar los gemid
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